sábado, 12 de enero de 2008



Cuando cae la tarde y se aproxima la noche, es palpable el tiempo de reposo, y tranquilidad reparadora, momento en que escuchas y percibes todo el silencio de esa hora de campo, y sus mensajes entregados por los pájaros, los árboles hablándole al viento, o algún lejano relincho, o un terneril mugido.

No debes esforzarte. Sólo escuchas.

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